Alternativas al monopolio del correo electrónico

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En todo el mundo las empresas construyen sentido en las sociedades mediante los productos que comercializan, sea lo que sea que produzcan. Todo lo que se venda requiere de un marketing y ese marketing opera sobre las consciencias de las personas. Las empresas tecnológicas no escapan a esa lógica sino más bien todo lo contrario. Hacen un culto de ello.

El monopolio de internet

Así como en Argentina empresas como “Paty” impusieron su marca de medallones de carne a las hamburguesas en general, Google o Microsoft hicieron lo mismo con los servicios básicos de internet. El correo electrónico, por ejemplo, es un estándar abierto que tiene más de 50 años de historia, pero no obstante eso en el imaginario popular el email es Gmail, Hotmail, Outlook y, con suerte, Yahoo!.

Esto se replica en la mayoría de los servicios de internet que utilizamos hoy día, siendo la mensajería instantánea el ejemplo más claro de la carterización de los servicios de internet. En cualquier situación de la vida nos parecería extraño que de nuestro circulo social todes usemos el mismo producto, ¿o no sería raro que los patys realmente fueran la única posibilidad de hamburguesa?

Más extraño resulta cuando pensamos en lo importante de esos servicios en nuestras vidas. Tanto el correo electrónico como la mensajería instantánea son nuestros nexos básicos de comunicación en el mundo digital, ya que muchos otros servicios caen en ellos o bien están dentro. Nuestras comunicaciones digitales pasan de alguna u otra manera por las manos de las mismas empresas. Las nuestras, las de nuestros amigues y familiares, las de todes. Esto sucedió gracias a que esas corporaciones supieron imponerse en la sociedad, naturalizarse y camuflarse, implantando hábitos y consumos a base de servicios sencillos y estandarizados de la internet.

Gmail se popularizó por ser el producto del buscador Google. Utilizando su prestigio como buscador comenzaron a ofrecer un servicio de correo cuyo mayor valor era tener 1 GB de almacenamiento. Al principio, tener una cuenta de Gmail requería una invitación. Todo ese almacenamiento era muy codiciado, ya que ¡veníamos de tener casillas de correo con apenas 20 MB de almacenamiento! Gran parte del triunfo de Gmail como proveedor se debió a ese enorme buzón de correo que permitía almacenar casi ilimitadamente los correos. ¿Quién iba a tener necesidad de borrar algún mail con tanta capacidad disponible?

A partir de ahí, los demás proveedores comenzaron a copiar las mismas prácticas de Google, a las que luego agregarían, por supuesto, la lectura de los mensajes mediante software, para poder así ver qué publicidad vender a través de la plataforma.

Alternativas libres y comunitarias

El valor de las aplicaciones que se usan en la actualidad no está tanto en la funcionalidad que ofrecen sino en la cantidad de personas que las usen. Mientras más usen WhatsApp, Instagram o Twitter, más vale, porque nos permitirá interactuar con más gente. El caso del correo electrónico es distinto ya que es un estándar: no hace falta tener Gmail o Outlook para enviar un correo, simplemente tenemos que poseer una cuenta en algún proveedor. Las políticas monopólicas lograron invisibilizar las alternativas, naturalizando así las prácticas invasivas hacia la privacidad de les usuaries. Nos hemos acostumbrado a las violaciones de nuestras comunicaciones a tal punto que no podemos imaginarnos siquiera utilizar otro mail por el simple hecho de que nos han hecho clientes cautivos. Vivimos en una era donde es más sencillo para una persona mudarse que decidir migrar una cuenta de correo electrónico.

Existen proveedores alternativos de servicios de mail que no nos violentan con sus políticas de privacidad ni tampoco se rigen bajo las lógicas mercantilistas. Disroot.org es un claro ejemplo de esto, siendo una comunidad que brinda servicios web de manera gratuita para cualquiera que le interese tener una casilla de correo libre de trackers y robots que vigilan todo lo que escribimos. Además, como Disroot está planteada como una comunidad, cualquier miembro puede participar de ella, opinar de las políticas, proponer cambios y nuevas ideas para la plataforma. No solo ofrecen email sino que además brindan 2GB de almacenamiento en la nube. ¿Necesitamos realmente 15 GB de Drive para nuestros documentos personales? En absoluto. Solo que las empresas han implantando estos modos de consumo, donde todo lo que pueda ser atesorado en una nube, debe ser guardado allí, específicamente en sus plataformas en las que no tenemos control alguno.

Otro proveedor comunitario y respetuoso con la privacidad de sus usuaries es el grupo en torno a riseup.net, una comunidad que tiene más de 20 años en vigencia proveyendo servicios de correo electrónicos y de VPN (Virtual Private Network o Red Privada Virtual). Riseup surge muy tempranamente como consecuencia de comprender el proceso de acumulación de información que empresas como Google y Microsoft estaban transitando al ir acaparando todas las esquinas de la red. Al igual que Disroot, Riseup posee 1GB de almacenamiento en el buzón de correo, cantidad más que suficiente para llevar nuestra vida digital.

Ambos proyectos se encuentran alojados en países donde la legislación de los datos privados los exime de enviarles información cuando algún país u organización los permite. Esto no sucede con proveedores como Microsoft o Google, quienes ante los pedidos de entrega de data por parte de la justicia u organismos afines deben entregarla.

La importancia de utilizar servicios alternativos

Los proveedores de servicios de internet tradicionales, regenteados por las big tech, vienen mostrando cada vez más la hilacha en cuanto a la distribución de la información y la censura en la red. Con el conflicto de Rusia esto se ha hecho más obvio. Desde YouTube censurando medios de comunicación, o Twitter etiquetando a periodistas independientes como medios pagados por Putin.

No podemos seguir tolerando y naturalizando la censura, la discriminación y los algoritmos tendenciosos que solamente se guían bajo las ganancias que las empresas quieren. Tampoco podemos dejar de utilizar plataformas digitales de comunicación porque son parte de nuestro día a día. Lo que debemos es comenzar un lento y progresivo camino de liberación de aquel yugo al que nos tienen sometidas. La única forma de lograr un cambio es llevando a cabo acciones, y cosas tan simples como migrar una cuenta de correo de electrónico ayuda un montón para fomentar otra mentalidad de utilización de internet.

Si realmente queremos una sociedad más justa, si queremos estar a tono con los cambios culturales y sociales que vienen sucediendo en las últimas décadas, debemos también plantearnos un uso consciente y responsable de los servicios que frecuentamos en internet. Algo tan simple como el correo electrónico no puede dejarse en manos de los mismos bandoleros del byte que mientras te ofrecen enormes cantidades de almacenamiento, te censuran, fomentan grupos de odio y esparcen fake news con sus algoritmos sesgados y racializados.

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