News #09 | Mayo 2021
Cuando pensé en escribir sobre la implementación de tecnologías en la educación, en Argentina se estaba volviendo a un intento de presencialidad en las escuelas, lo que se vivió y se sigue viviendo de maneras muy diversas porque todo depende del cristal con el que se lo mire.
Algunas personas estaban (y están) preocupadas por esa presencialidad porque no creen que sea posible cumplir con las medidas necesarias para cuidarse de los contagios, ya sea por el espacio reducido en la institución; por la necesidad del contacto próximo en casos como maternales o educación inicial; por falta de recursos para higiene; porque las y los docentes trabajan en más de un curso e institución y eso hace explotar «burbujas» por el aire.
Por otro lado, otras personas estaban (y están) preocupadas por sostener la virtualidad por múltiples motivos, como las angustias y el estrés que padecen niñxs y adolescentes por la falta de contacto con pares -tan necesario para su desarrollo-; por las dificultades para los procesos de aprendizaje de estudiantes con discapacidades o aquellas personas con trastorno del espectro autista (TEA) a quienes les resulta casi imposible seguir una clase virtual (sin contacto visual o con multiplicidad de ruidos y pantallas); porque sin la presencialidad en las escuelas muchos padres y madres (principalmente, madres) tienen dificultades para trabajar; o por la imposibilidad de acceder a un tipo de educación virtual por parte de quienes no tienen acceso a dispositivos o una buena conectividad en el hogar (tanto estudiantes como, también, docentes).
Es complejo, sí 🤷🏻♀️
Una de las cosas que se dijo cuando comenzó la pandemia -allá por marzo de 2020, ¿te acordás?- era que había que garantizar el derecho a la educación de las, les y los estudiantes. Por eso nunca se habló de suspender las clases sino de que continúen a distancia. Por eso mismo, también, desde algunos sectores se sostiene que la virtualidad no cumple con garantizar este derecho e intenta demostrar con datos concretos que, en su lugar, lo que hace es ensanchar la brecha entre quienes pueden sostener una educación a distancia y quienes no, lo que da como resultado la profundización de desigualdades preexistentes.
Como no soy opinóloga -aunque siempre se diga eso de quienes estudiamos Ciencias de la Comunicación-, no voy a opinar sobre si la decisión debe ser a favor de la presencialidad o de la virtualidad. No lo sé.
[A modo de paréntesis, esta información publicada por UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) me pareció interesante:
- Duración del cierre de las escuelas por país (mapa interactivo).
- Seguimiento global de los cierres de escuelas por país (mapa interactivo). Puede verse la evolución en el tiempo, desde el 16 de febrero de 2020.
- ¿En dónde las y los docentes son prioritarias/os para ser vacunadas/os contra la COVID-19? (mapa interactivo).]
Sobre lo que sí voy a explayarme es sobre la necesidad de profundizar y expandir las políticas públicas necesarias para garantizar el acceso a la educación, también en un contexto en que las clases se vuelven virtuales.
El acceso y la apropiación
Hace apenas unos días se publicaron una serie de artículos (Clarín, Página 12, ElDiarioAR y la TV Pública, entre otros) basados en una encuesta nacional realizada por la Universidad Popular de Barrios de Pie sobre la educación a distancia en barrios populares. De los resultados de la encuesta se destacan los dos problemas centrales que impiden hablar de una extendida y exitosa virtualización de la educación: problemas de conectividad y falta de acceso a dispositivos.
❗️ Algunos datos de la encuesta (muestra: 16.235 personas):
- El 66% tiene solo un dispositivo que se comparte entre los miembros del hogar.
- El 17,3% de las personas en edad escolar cuentan con un dispositivo propio para realizar las tareas.
- El 13,5% no tiene acceso a ningún dispositivo.
- El 44,4% tiene acceso a internet solo con datos móviles.
- El 22,4% tiene acceso fijo con buena calidad de señal.
- El 18,3% no tiene acceso a internet.
- El 14,9% tiene acceso fijo con problemas de señal.
- El 76,8% se mantuvo en contacto con la escuela a través de WhatsApp, que dista mucho de ser una plataforma educativa y muy lejos de ser la más apropiada para llevar adelante una experiencia aceptable en cuanto a compartir materiales, organizar clases, contenidos, gestionar consultas, entre otras situaciones que forman parte del proceso educativo.
- El 56,4% no realizó las tareas que recibieron.
- El 63,3% recibió acompañamiento por parte de la mamá para realizar las tareas escolares.
A la falta de dispositivos en los hogares es necesario destacar el rol fundamental del Estado en materia de desarrollo e implementación de políticas públicas. En Argentina, por ejemplo, existen las netbooks de los planes Conectar Igualdad (Estado nacional) y Plan Sarmiento (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Sin embargo, en lo va del año de pandemia, no son pocos los docentes que aseguran que el problema en CABA es que hay muchas computadoras que quedaron guardadas, sin uso y bloqueadas.
Como se desprende de los resultados de la encuesta, el acceso no debe tener en cuenta solo los dispositivos, sino también la conectividad. Según la Web Foundation, a través de la financiación de la infraestructura de la red, los subsidios y el apoyo a las redes comunitarias (en Argentina, por ejemplo, existen las redes comunitarias AlterMundi y Atalaya Sur, sobre las que escribió la docente e investigadora Mariela Baladrón y que podés leer acá 📚 ), podría lograrse que todas las personas del mundo accedan a la web. La Alianza para una Internet Asequible (A4AI, por sus siglas en inglés), una iniciativa de la Web Foundation, calculó en 2020 que se necesita una inversión de 428 mil millones de dólares para proporcionar a todxs una conexión de banda ancha de calidad hacia el año 2030. «Para poner esto en perspectiva, eso equivale a solo 116 dólares por persona para las 3,7 mil millones de personas que permanecen desconectadas actualmente», dicen desde la organización.
En el caso puntual de Argentina, desde la actual Secretaría de Innovación Pública se sigue trabajando en la extensión de la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO), como parte del Plan Conectar, pero todavía el desafío es enorme. Mientras tanto, el viernes 30 de abril, la Sala II de la Cámara Contencioso Administrativo Federal decidió la suspensión del DNU 690/2020 -que declaró servicios públicos a las telecomunicaciones, precisamente para facilitar el acceso por parte de los sectores más vulnerables, en plena pandemia- en una causa de la empresa Telecom Argentina S.A. c/ Estado Nacional – Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) [acá el fallo].
Superado el obstáculo del acceso, el siguiente paso es la apropiación de las tecnologías. ¿Cómo aprenden a usar la tecnología niñxs y adolescentes en sus casas? ¿Y en las escuelas? ¿Qué saben de los dispositivos? ¿Saben cómo funcionan? ¿Saben qué es internet? Parecen preguntas con respuestas obvias, ¿no? Es frecuente escuchar que lxs niñxs y adolescentes saben más de tecnología que cualquier persona adulta porque saben deslizar las imágenes en una pantalla táctil o elegir videos en plataformas como YouTube. Sin embargo, esta facilidad para usar ciertas tecnologías habla más de la «genialidad» de quien la diseñó que de la gran capacidad de lxs niñxs. Estas herramientas están diseñadas para que sea muy sencillo usarlas. Pero lo interesante es ir más allá. ¿Saben niños, niñas, adolescentes y personas adultas qué hay detrás de eso que usamos? Al acceder a internet, ¿van más allá de redes sociales, Wikipedia o plataformas de contenidos?
Apropiarse de la tecnología tiene que ver con desmenuzarla, abrirla, investigarla y hasta romperla (¿quién no rompió algo alguna vez porque lo desarmó para ver cómo era, no? 😇). Y con romper también hablo de los límites. Si tu experiencia en internet (o la de lxs chicos y chicas que conozcas) no va más allá que la de apenas un puñado de sitios web o aplicaciones, hay un enorme universo que te estás perdiendo. Tomate el tiempo y la paciencia de NAVEGAR la web y perderte en el mar de información, juegos, redes, y comunidades.
No somos solo usuarios/as
Por último, me interesa remarcar la importancia de educar a niños, niñas y adolescentes para que vean a la tecnología desde un lugar más activo. Así como aprendemos a leer y escribir y no solo nos enseñan a leer historias, sino también a crear textos propios con las palabras, con la tecnología en general debería pasar algo parecido. Desde la educación sería interesante que se forme a una ciudadanía que vea a la tecnología como una herramienta más de la que puede apropiarse para crear algo nuevo y no meramente como productos que puede consumir y usar.
Cualquier persona con el interés y la inquietud debe tener la posibilidad de acceder a las herramientas, conocimientos y recursos para aprender programación (software) así como reparación, armado y construcción de dispositivos (hardware). ¿Esto es para que todas las personas sean programadoras o construyan robots? No necesariamente. Es para que puedan entender la tecnología -que nos atraviesa en todas las esferas de nuestra vida- para conocer cómo funciona, para que vean que nada es de una sola manera, que todo depende de quién lo construya y cómo se diseñe, y que puedan pensar y usar la tecnología desde una mirada crítica y reflexiva.
Pero bueno, si también quieren construir y programar un robot para ordenar sus juguetes, hacer su cama o ayudar a otras personas, ¿por qué no? 😉
«Nativos/as digitales» y nuevos formatos para nuevas/os lectoras/es
Hace un año, el profesor de historia y especialista en educación, Manuel Becerra hablaba en esta entrevista sobre el mito de que niños, niñas y adolescentes son «nativos/as digitales» 🎧 y dice lo que aparenta ser una obviedad -aunque no lo es-: No nacen sabiendo sobre tecnología (ni saben usarla, ni mucho menos comprenderla). Lo que sí destaca es que, como le pasa a todas las generaciones, hay una pérdida de la dimensión histórica del momento en el que nacimos: «Quienes tenemos 35 o 40 años en adelante, hemos conocido el mundo analógico. Hemos conocido sus lógicas, hemos conocido sus sociabilidades asociadas, como puede ser llamar por teléfono para hablar con una chica y que te atienda la mamá. Esa es toda una experiencia que los chicos no tienen».
Esa ausencia de esa dimensión histórica es la que permite que naturalicen la propia lógica del mundo en el que viven y en el que crecen y, a pesar de que no nacen sabiendo, sí nacen con cierto acceso a dispositivos y a nuevas lógicas que forman parte de la dinámica familiar. «Lo que no saben, porque eso se aprende y depende de las condiciones materiales de existencia, es cómo hacer un uso de eso y, depende en qué casa crezca cada uno, eso va a tener distintas posibilidades», explica. La diferencia con las personas mayores de 35 años, es que nosotrxs (me incluyo) pudimos ver una importante y vertiginosa seguidilla de cambios tecnológicos. Una viaje de la divergencia (cuando leíamos el diario o libros en papel, escuchábamos la radio en una radio, veíamos la tele en un televisor, hablábamos a través de teléfonos fijos) a la convergencia (donde todo eso pasa por un mismo lugar y lo tenemos a mano todo el tiempo, a demanda).
Beatriz Busaniche, a cargo de la entrevista, hace referencia al famoso dicho de que «la tecnología va a matar el libro». Manuel reflexiona sobre esto y considera que los nuevos formatos de los materiales de estudio y de la bibliografía puede «obviar el libro» como objeto físico. Yo misma pienso en mis últimos años en la carrera, en la bibliografía para mi tesis de grado, o en los materiales que leí para cursos recientes, y en casi el 100% de los casos, la bibliografía fue digital y no libros en papel o fotocopias (a diferencia de mis últimos años en la escuela secundaria o mis primeros años en la facultad, que fueron cuando recién comenzaba a expandirse el acceso a internet, a comienzos del siglo XXI). Manuel explica que él escanea los materiales y los digitaliza en formatos como el PDF para compartir entre sus estudiantes (sobre esto dice «esto no es legal» y ya hablaré por acá sobre la importancia de excepciones a la Ley de Propiedad Intelectual con fines educativos y para bibliotecas).
«Esto no quiere decir que no lean -dice Becerra-, lo que ha cambiado es la forma en que leen, porque efectivamente en el mundo analógico había una cuestión de dedicarle tiempo y paciencia a la lectura de cualquier cosa. No estoy hablando de todos los adolescentes tampoco, porque eso también depende del acceso a los consumos culturales que hubiera, pero sí me parece que antes, aquellos adolescentes que sí se acercaban más a la palabra escrita, había una predisposición de tiempo para dedicarle a eso más relajada, pero también nos pasa a los adultos eso».
🎬 Software Libre en educación
En agosto de 2020 moderé una charla organizada por Fundación Vía Libre sobre «Software Libre en educación» de la que participaron Matías Bordone, Licenciado en Computación y docente (FAMAF-UNC), miembro de la comunidad de Software Libre, y Mariana Fossatti, socióloga y docente en Ártica Online, quien se enfoca en el estudio y aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el #e-learning en la cultura, la educación y las organizaciones sociales.
Antes de compartir una síntesis del encuentro, me detengo en explicar -brevemente- qué es el software libre. ¿Por qué? Porque quizás vos sepas, pero otra persona que se cruce con este correo no lo tenga en su radar. O quizás vos seas una de las personas que está leyendo esto y alguna vez haya escuchado hablar de «software libre» pero no entiendas bien qué significa en términos prácticos.
¿Qué es el SOFTWARE LIBRE?
Cuando se habla de software, básicamente se está hablando de los programas que usamos en nuestras computadoras (pero también cualquier dispositivo electrónico al que una persona pueda darle órdenes a través de botones, comandos de voz, etc, como puede ser un lavarropas, un televisor, o un microondas tiene un software). Desde el sistema operativo que nos permite usar la computadora (como puede ser Windows) hasta cualquier programa que usemos para navegar por internet, escribir un documento, hacer una planilla de cálculos, ver imágenes o videos, escuchar audios, editar imágenes, audios o videos, y programar, entre muchísimas cosas más.
Mencioné a Windows como ejemplo de sistema operativo porque es el de uso más extendido desde que Microsoft, de Bill Gates, lo lanzó a mediados de la década del 80. Sin embargo, Windows es el ejemplo histórico de un software propietario o privativo (como se le dice a este tipo de programas desde la comunidad del software libre), pero no es la única opción que existe. Por el lado del software libre, se encuentra el núcleo Linux -creado por Linus Torvalds en 1991-, con sus múltiples distribuciones, que abrumarían a cualquier persona recién llegada. ¿Cuál es la particularidad del software libre? Que su código fuente puede ser estudiado, modificado, y utilizado libremente con cualquier finalidad y redistribuido con cambios o mejoras sobre ellas. Además, y algo no menor, suele ser gratuito y ayuda a combatir la obsolescencia programada.
¿Qué dicen Matías y Mariana?
En la charla, Matías Bordone reflexiona sobre de dónde salen los programas que se usan en la educación. Los programas son hechos por una persona o grupos de personas que los ponen a disposición para que otras personas los utilicen. Cuando los ponen a disposición, las empresas o personas ponen condiciones sobre qué se puede hacer y qué no se puede hacer con ese programa. Por ejemplo, cuando descargamos aplicaciones en nuestro celular, nos piden permisos o autorizaciones para que pueda hacer «lo que pide poder hacer, como puede ser inspeccionar nuestros contactos, o mandar información a la empresa que lo desarrolló. Al ‘aceptar’, le estamos dando esa autorización. Lo mismo pasa al usar un programa en internet, como puede ser una red social como Facebook, Twitter o Instagram, que para usarlas debemos darles permiso para que, por ejemplo, usen nuestras imágenes con fines publicitarios o que pueda darle información nuestra a terceros». Todo esto, explica Matías, forma parte de la licencia o las condiciones para usar ese programa. El contrato que hay entre las personas que hacen ese programa y las que lo van a usar.
«¿Por qué me importa esto como docente? -se pregunta Matías-. Porque yo como docente tomo muchas decisiones en mi clase. Decido qué contenidos voy a dar, cómo los voy a dar, qué metodología voy a utilizar, y dentro de todas esas cosas que yo decido para mi clase, está también qué tecnologías voy a usar y, entonces, tengo una responsabilidad en la decisión de las tecnologías que estoy usando para dar la clase o sobre las que estoy dando clase».
¿Cuáles son algunas de las ventajas del software libre para los procesos de enseñanza?
- Un motivo es el económico ya que, usualmente, el software libre también es gratuito.
- Se favorece la diversidad, ya que no se trabaja con una solución ni con una marca en particular, sino que se puede entender que existen los procesadores de texto, y no solo uno. Hay múltiples opciones y uno puede elegir la que mejor se adapte a las necesidades puntuales.
- Desde la docencia también se están formando ciudadanos y ciudadanas (art. 30 de la Ley N° 26.206 de Educación Nacional). Entonces, la discusión sobre qué tecnología se utiliza, para qué y qué consecuencias éticas, políticas y civiles tienen las tecnologías que elegimos, es parte de una formación de una ciudadanía plena, en donde lxs estudiantes sean protagonistas de los procesos.
Educación, tecnología y… pandemia.
«Una cosa que nos hace ver este contexto de pandemia y de tanta masividad de uso de herramientas de educación en línea -reflexiona Mariana-, es que tenemos corporaciones bien grandes con productos supuestamente super universales que todo el mundo usa y se nos genera esta idea de casi equivalencia de que una clase online es hacer un ‘zoom’ o que cuando me conecto a la clase me conecto a ‘Google Classroom’. Esto es porque estas grandes empresas tecnológicas desde hace bastante tiempo están viendo la educación como un negocio en el que llegan como grandes proveedores de soluciones tecnológicas para la educación, le golpean la puerta a los Estados, a los gobiernos, y, de alguna manera, las decisiones de qué tecnología utilizar pasan por grandes acuerdos de compras de licencias o, incluso, de uso gratuito por un tiempo de determinada herramienta».
Sobre esto, Mariana explica que muchas veces estos acuerdos que se hacen con los Estados o directamente con las instituciones educativas no hacen partícipes ni tienen en cuenta la opinión de docentes, estudiantes ni familias de estudiantes, ni siquiera en los casos en que estas herramientas vulneran derechos fundamentales de estudiantes y docentes (como puede ser su privacidad).
«Muchas veces estas grandes empresas tecnológicas vienen con un discurso filantrópico, de ‘nosotros somos los que venimos a hacer accesible y universal la educación en América Latina o en África, donde no han encontrado otra forma de solucionar la educación si no es gracias a nosotros’ y viene con un discurso muy avasallante, por lo que tenemos que prestar atención crítica y responder a estos equemas», explica Fossatti. Un caso que comenta es el software que se propuso usar en algunas facultades de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) para detectar si el/la estudiante se copia durante los exámenes cuando se utilizan plataformas educativas (sobre esta plataforma, Respondus, hablé en el News #01 de DHyTecno).
Mariana propone que «una parte de la alternativa a estas tecnologías tan invasivas es ver en el software libre una oportunidad para poder meditar y ver críticamente qué tecnologías podríamos adoptar para nuestras clases online, y entender cuál es la diferencia entre una plataforma ‘en la nube’, de la cual no podemos saber mucho, a una tecnología que podríamos adoptar, instalar en un servidor de la propia institución educativa y que podemos saber cómo está hecho, que podemos modificar y que podemos evaluar qué nivel de riesgo puede significar para las personas que lo usan, para personas menores de edad, dónde se alojan los datos que se generan con ese software educativo y, además, ver si a esta recolección de información se le agregan prácticas de vigilancia, de disciplinamiento».
Para concluir, Fossatti dice que el software libre permite plantearse las cuestiones éticas y de derechos que hay en la base misma de la infraestructura digital que usamos para la educación. Además, asegura que «hay una cosa que se precisa, que es muy importante, que es que el movimiento estudiantil, los gremios y los sindicatos docentes se empapen más de estos debates y reclamen sus derechos también en lo que tiene que ver con la educación en línea y con la educación tecnológica, y que lo tengan en su agenda política porque son actores importantes».
Listado de programas útiles de software libre
La lista de programas de software libre útiles para la educación puede ser muy extensa para compartirla por acá, así que solo destaco algunos, pero la lista COMPLETA está acá.
- LibreOffice – Paquete de oficina.
- Moodle – Entorno virtual de enseñanza/aprendizaje.
- Gimp – Editor de imágenes.
- Inkscape – Editor de imágenes vectoriales.
- Sozi – Edición de presentaciones animadas.
- Audacity – Edición de audio.
- Openshot / Kdenlive – Edición de videos.
- VLC – Reproducción, streaming, captura de pantalla.
- OBS – Grabación de video y transmisión en vivo.
- Jitsi – Videoconferencias [acá un listado de casi 300 instancias de Jitsi hecho por @ladatano y publicado por el Partido Interdimensional Pirata].
- Etherpad – Documentos colaborativos.
- Scrumblr – Tablero de organización.
- Disroot – Almacenamiento en la nube, documentos colaborativos, cuentas de correo electrónico, herramientas de chat y videollamada.
- Gcompris – Suite de juegos y actividades didácticas para niñxs.
- PeerTube – Plataforma de almacenamiento y reproducción de videos (alternativa a YouTube).
- Pilas Engine – Enseñanza de la programación desarrollando videojuegos.
⭐️ Un dato extra. Si sos docente y te interesa aprender de qué manera el software libre puede ayudarte en tu trabajo, podés sumarte al Grupo Clementina de Software, hardware, y cultura libre en educación organizado por una comunidad de personas que está más que dispuesta a ayudarte en ese camino. No importa en qué país residas, pero sí que entiendas español, ya que la enorme mayoría de miembros son de Latinoamérica.
📲 Además, para facilitar la comunicación, hicieron el Grupo Clementina en Telegram al que podés sumarte.
🔥 Bonus track
- Si en tu casa hay niños, niñas o adolescentes y tenés ganas de ayudarles a aprender a programar, acá podés encontrar fichas, guías y videos para aprender a programar en casa (dice para estudiantes de entre 6 y 18 años, aunque puede servir para cualquier persona que quiera aprender).
- Plan Federal Juana Manso. Plataforma virtual para escuelas argentinas: recursos educativos digitales, aulas virtuales y herramientas para crear clases en línea.
- La Secretaría de Derechos Humanos (Argentina) presentó un sitio web [ www.juiciosdelesahumanidad.ar/ ] en el que publica datos e información en tiempo real sobre los juicios de lesa humanidad que están en etapa oral. La organización y disposición de los datos en permite analizar y comparar la velocidad y las horas de las audiencias, así como recorrer por ejes temáticos las diferentes causas. A este recurso, no solo útil para periodistas y comunicadores, sino para toda la sociedad en general, se le suma una sección de microrrelatos audiovisuales generados a partir de declaraciones de sobrevivientes, familiares y testigxs.
📚 Para leer
«Pensar la educación en tiempos de pandemia. Entre la emergencia, el compromiso y la espera» por Inés Dussel, Patricia Ferrante y Darío Pulfer (compiladores). UNIPE Editorial Universitaria, 2020.
Espero te haya resultado interesante este tema. Cualquier información, comentario o sugerencia que tengas, escribime 🙂
¡Que tengas un lindo mayo!
Gracias por estar ahí.
Carolina
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