Tecnologías por y para todas, todes y todos 🏳️‍🌈

Por: Carolina Martínez Elebi

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News #07 | Marzo 2021

¿Alguna vez escuchaste decir que «la tecnología es neutral» o que «es buena o mala dependiendo de para qué se la use»? Suele usarse el ejemplo del cuchillo (sí, porque «tecnología» no se refiere exclusivamente a dispositivos electrónicos) para argumentar a favor de la supuesta existencia de una tecnología neutral, porque se dice que el cuchillo puede usarse para cortar la comida o para matar a alguien. Depende de quién lo use. Depende de cómo lo use. Pero NO, la tecnología no es neutral.

Los inventos técnicos, antes de lanzarse y de que vos y yo podamos usarlos, son pensados, diseñados, construidos, programados y vendidos por personas que toman una serie de decisiones que van marcando el camino que indica los posibles usos de ese invento o para qué podría servir. Estas decisiones pueden dar como resultado dispositivos y sistemas abiertos o cerrados. Por ejemplo, un electrodoméstico, una notebook o un celular pueden estar diseñados de tal forma que permitan que la persona que lo compró pueda desarmarlo, estudiarlo y arreglarlo (abierto), o puede estar diseñado para que nadie pueda ver o tocar lo que hay dentro y, si se rompe, sólo puede llevarse al servicio técnico oficial para que lo revisen y reparen (cerrado). Con respecto a los sistemas informáticos, pasa algo similar. Un programa puede estar diseñado con el fin de que las personas sólo puedan usarlo de la forma en que lo hayan decidido las personas o la empresa que lo desarrolló (software propietario o cerrado, que también se lo conoce, desde la comunidad de software libre, como «software privativo») o puede estar pensado y diseñado de tal forma que la persona que lo usa pueda leer su código, estudiarlo, modificarlo (para adaptarlo a sus necesidades) y compartir sus modificaciones (software abierto –open source– y software libre –free software).

Una aclaración no menor: A pesar de que las decisiones que se tomen en el momento del diseño puedan influir en sus formas de uso, esto no es determinante de lo que puede suceder, ya que, como lo explicó Raymond Williams en el capítulo «Tecnologías de la comunicación e instituciones sociales» de su libro Historia de la comunicación. Vol. 2 De la imprenta a nuestros días, cuando un invento técnico se pone en circulación en la sociedad es ahí donde el invento técnico adquiere forma y sentido como TECNOLOGÍA. ¿Qué es tecnología, entonces? Williams decía que suele reducirse un complejo sistema de relaciones e interacciones a una interpretación en dos términos simples: por un lado, la invención técnica y, por el otro, la sociedad, y que, a raíz de esto suele llegarse a dos conclusiones antagónicas: que «los inventos cambian a la sociedad» o que «la sociedad determina los usos de los inventos técnicos». En contraposición a esto, él distingue entre tres conceptos:

  1. Técnica: Es una habilidad particular, o la aplicación de una habilidad.
  2. Invento técnico: Es el desarrollo de dicha habilidad, o el desarrollo o invento de uno de sus ingenios.
  3. Tecnología: En primer lugar, lo define como el marco de conocimientos necesarios para el desarrollo de dichas habilidades y aplicaciones y, en segundo lugar, un marco de conocimientos y condiciones para la utilización y aplicación prácticas de una serie de ingenios.

En definitiva, lo que importa en cada nivel, dice, «es que una tecnología siempre es, en el sentido más amplio del término, social.» Por esto mismo es que no son precisas ni ciertas afirmaciones como que los celulares o internet (o el invento técnico que se te ocurra) revolucionan o impactan en nuestras vidas como si fueran algo externo y ajeno a nuestra propia forma de constituirnos en este mundo.

Sobre esto último, es muy interesante la reflexión de Javier Blanco, Doctor en Ciencias de la Computación y profesor titular de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba, en su charla «Medi(t)aciones algorítmicas», en la que cita una escena de la película «2001: Odisea del espacio» -a la que llama una de las escenas más maravillosas del cine- en la que un homínido sin lenguaje pero con herramientas lanza un hueso al aire y este gira, mostrando en pocos segundos la evolución humana, hasta convertirse en una estación espacial orbitando la Tierra. A partir de este ejemplo, sostiene: «No es que los humanos creamos tecnología, la tecnología creó a la Humanidad. Hubo técnica antes que humanos. Hubo instrumentalidad antes que lenguaje. Pasaron milenios hasta que esa instrumentalidad reflexivamente se convierte en una capacidad de conceptualizar el mundo».

🤔 ¿Qué tiene que ver todo esto con el género, las diversidades y la inclusión? Seguime un poco más.


«La tecnología es de varones» 🙄

Cuando era chica me gustaba jugar a desarmar todo lo que tuviera tornillos, desde juguetes hasta controles remotos o teléfonos rotos. Me gustaba ver cómo se conectaban los cables que había adentro, desengancharlos, sacar partecitas y volver a ponerlas. La mayor satisfacción era cuando, después de abrir algo, encontraba el cable o la pieza suelta, lograba conectarla, cerrar todo, poner los tornillos, y sucedía la magia✨. Lo que se había roto volvia a funcionar y yo era feliz. Sabía que lo había reparado yo, aunque no tenía mucha -o ninguna- idea de lo que había tocado. Hace poco volví a sentir esa misma satisfacción, al reparar otros juguetes (que ya no son míos) y ver caras de felicidad del otro lado.

Sin embargo, a pesar de que a muchas niñas les pueda gustar jugar a investigar y reparar, y que muchas mujeres logren que ese juego se convierta en su oficio o profesión, no muchas -o muy pocas- son alentadas a hacerlo (incluso cuando demuestren genuino interés). No era algo aislado escuchar frases como que «esas son cosas de varones» ni tampoco era (ni es) raro escuchar a muchas amigas o mujeres de mi entorno decir cosas como «no entiendo nada de tecnología» y sentirse perdidas o abrumadas ante la necesidad de usar un dispositivo o un sistema informático nuevo, ya sea porque lo necesitan para hacer un trámite, para su trabajo, para la escuela de sus hijxs, para sacar un turno médico o para vender sus productos o servicios por internet, cuando antes lo hacían en un local comercial que daba a la calle o en un oficina.

Como explica Graciela Morgade en su texto «Toda educación es sexual» en el libro #Ni una menos desde los primeros años. Educación en géneros para infancias más libres, «los estudios de la psicología marcan que muy tempranamente las chicas y los chicos desarrollan una ‘identidad de género’: a partir de los dos o tres años, se autoasignan los rasgos de lo que corresponde ‘a una nena’ o ‘a un nene’ según la ropa, los peinados, que a las nenas les gusta cocinar y a los nenes hacer torres». Por su parte, en el mismo libro Marcela A. País Andrade profundiza en el análisis sobre el juego en su texto «Prácticas culturales y géneros. El juego y el juguete como estrategias cotidianas para la equidad» en el que se refiere así a los videojuegos:

«Algunos resultados de estas investigaciones afirman que los varones usan y acceden con mayor facilidad a una computadora tanto en la casa como en las escuelas o espacios de alquiler de máquinas: mientras que los varones ven las utilidades de la máquina como una herramienta que les aumenta su poder, las mujeres la definen como la posibilidad de relacionarse entre ellas. De la misma forma, los juegos que se diseñan para varones y mujeres también son diferentes: mientras que para los varones se compran juegos educativos que enfatizan la coordinación ojo-mano, la rapidez de reflejos y la acción, los programas para chicas tienden a facilitar la realización de tareas de tipo práctico o artístico».

Retomando la definición de «tecnología» de Williams, podría decirse que incluso aquellos juegos pensados y diseñados «para niños» pueden ser populares entre niñas. Sin embargo, el hecho de que la industria de los videojuegos esté predominantemente conformada por hombres que desarrollan productos para varones, genera un escenario desequilibrado en el que las niñas y mujeres no se sienten interpeladas o que, cuando se suman a jugar un juego online, no se sientan cómodas o sean el foco de agresiones por parte de jugadores masculinos.

👾 Mujeres gamers: En los últimos años, el panorama comenzó a cambiar y cada día pueden verse más niñas y mujeres que se animan a jugar videojuegos. No sólo eso, sino que, además, más mujeres han empezado a dedicarse al desarrollo y la programación de videojuegos, lo que empieza a dar sus frutos, con juegos diversos y roles femeninos que escapan a los estereotipos, entre otras novedades para la industria. Para dar a conocer el trabajo de mujeres en videojuegos, Laura Palavecino, Steph Zucarelli, Mica Mantegna y Vale Colombo se unieron para crear la organización Women In Games Argentina (WIGAr) que en 2020 realizó una serie de charlas para visibilizar a las mujeres del mundo gamer, ya sean profesionales, estudiantes, curiosas, amateurs, o hobbistas, que forman o les interesa pertenecer al desarrollo de videojuegos.

Un dato de color: En 1981, en el juego Donkey Kong, apareció el primer personaje femenino en un videojuego… ¿El objetivo? RESCATARLA 🤦🏻‍♀️


Sesgos de género o ¿por qué «Siri» es sumisa?

Entre los muchos sesgos humanos (culturales, claro) que volcamos en los desarrollos tecnológicos, uno muy presente, y con enormes repercuciones, tiene que ver con los sesgos sexistas. Un ejemplo cotidiano es el que le escuché en alguna oportunidad a Sofía Scasserra, refiriéndose al desarrollo de la Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y que lo reproduce en su libro Cuando el jefe se tomó el buque. El algoritmo toma el control:

«La pregunta que siempre surge cuando vemos estos dispositivos modernos es quién los maneja, quién les da la información para que funcionen. Si la heladera se ha quedado sin leche, ¿a quién le avisa? Si hay que pasar la aspiradora, ¿quién programa el horario? Si hay que hacer el pan para mañana, ¿quién prepara la máquina de pan? Obviamente que esta cuestión no es un problema directo de la tecnología, pero sí tiene que ver la publicidad de los productos ‘que facilitan tu vida de ama de casa’. Si la tecnología envía la información a la mujer porque así fue programado, el hombre jamás se enterará que faltó la leche en la heladera, ni que la aspiradora dejó de funcionar, ni que el timbre sonó en la casa y hay que atenderlo (…) Ciertamente no es culpa de la tecnología esta sobrecarga en la mujer, pero una vez más tira por la borda el argumento que dice que el comercio electrónico en las negociaciones económicas trasnacionales achica la brecha de género per se«.

📊 Los sesgos de género se hacen evidentes también en áreas sensibles como el desarrollo de sistemas para la salud, como pude aprender cuando entrevisté a Enzo Ferrante para un documento que escribí el año pasado sobre «Inteligencia Artificial y Salud» para el Centro de Estudios en Tecnología y Sociedad (CETyS) de la Universidad de San Andrés. Ferrante es Ingeniero de Sistemas, Doctor en Ciencias de la Computación y realizó su postdoctorado sobre Deep Learning y segmentación de imágenes cerebrales en el Imperial College London (BioMed IA lab). Actualmente, es investigador del CONICET y AXARF Fellow en el Research institute for signals, systems and computational intelligence (CONICET / Universidad Nacional del Litoral) en Santa Fe, Argentina, donde está comenzando una nueva línea de investigación en métodos computacionales para el análisis de imágenes biomédicas. Junto a sus colegas investigadores/as empezaron a estudiar la temática de «fairness» o equidad algorítmica, teniendo en cuenta la perspectiva de género, basándose en los trabajos de Londa Schiebinger, pionera en los estudios de historia de la ciencia con perspectiva de género, que encabeza el proyecto Gendered Innovations de la Universidad de Stanford. Lo que intentaron ver era qué pasaba si a un sistema de diagnóstico automatizado, como podía ser un sistema basado en imágenes de rayos X que trata de detectar una patología o un hallazgo, se lo entrena con imágenes sólo de hombres y después se lo testea en imágenes sólo de mujeres o viceversa. En abril de 2020, la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS) publicó la investigación en la que detectaron el impacto del desbalance de género en bases de datos de rayos X al entrenar clasificadores basados en Redes Neuronales Convolucionales (CNNs). «El objetivo era ver que existe el bias (sesgo) y concientizar a la comunidad de investigadores en el área de que es importante, por lo menos, informar los datos demográficos de los datos que usaste para el estudio. No todos lo hacen. A nosotros nos costó encontrar datasets públicos en los que pudiéramos entrenar nuestro modelo con información de género”, me explicó Ferrante.

👩🏻‍💻 Hace unos años, la empresa Amazon fue noticia porque se supo que el sistema que utilizaban para filtrar candidatos y candidatas, que realizaba una selección automatizada, era sexista: descartaba a las mujeres. ¿Por qué? Básicamente, porque había sido «entrenado» con información sobre postulantes a empleos de la empresa durante 10 años y debía observar patrones. El objetivo era que el sistema fuera «neutral» para contratar personal; sin embargo, como la mayoría de los postulantes de la base de datos de entrenamiento eran hombres, el sistema «aprendió» que los candidatos masculinos eran una preferencia. Así, el sistema penalizaba a los CV que incluían la palabra «mujer». Tranqui.

Otro ejemplo concreto de cómo repercuten los sesgos de género profundizando y reproduciendo estereotipos sexistas es el de los dispositivos conocidos como «asistentes virtuales». Tanto Siri (de Apple), como Alexa (de Amazon) son productos que tienen nombres de mujeres y voces femeninas. ¿Y cómo decidieron -sus programadores- que deben comunicarse estas asistentes virtuales? Con un estilo sumiso o, incluso, seductor. Esta fue una de las conclusiones a las que llegó la UNESCO y que reprodujo en un informe titulado «I’d blush if I could: closing gender divides in digital skills through education» (Me sonrojaría si pudiera: cerrar las brechas de género en las habilidades digitales a través de la educación), en el que asegura que “el mundo necesita prestar atención más de cerca a cómo, cuándo y si las tecnologías de inteligencia artificial tienen género y, de manera crucial, quién está asignando ese género”. Además, pone sobre la mesa uno de los problemas: «Las mujeres están gravemente subrepresentadas en la inteligencia artificial: son el 12% de quienes investigan inteligencia artificial y 6% de quienes desarrollan software.»

¿Quiénes HACEN tecnología en Argentina?

Según datos relevados por la organización de la sociedad civil, Chicas en Tecnología, el porcentaje de mujeres argentinas que se inscribieron en carreras de programación no superó el 17,18% anual, en el período 2010-2015. Esto da como resultado un escenario ocupado mayormente por hombres, que vuelcan sus propios sesgos a la hora de pensar, diseñar y programar nuevos sistemas y herramientas que luego se volcarán al mercado y a la vida cotidiana de todas, todes y todos.

Fuente: Chicas en Tecnología.

Por su parte, desde la organización Mujeres en Tecnología hicieron un mapeo nacional, en el período octubre-diciembre de 2020, acerca de cuán inclusivo es el ecosistema tech en Argentina para quienes trabajan en tecnología (el 89% de las personas que participaron se concentran en las provincias de Buenos Aires y Córdoba, donde se encuentran los polos tecnológicos más importantes de Argentina). Un dato: el 98% de las mujeres y diversidades de género explicita haber sufrido algún tipo de hostilidad y/o violencia en el trabajo.

Según explica Gloria Bonder, psicóloga, investigadora de Flacso y Coordinadora de la Cátedra UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina, «todavía existe lo que llamamos la ‘roca viva’, y es que las mujeres que estudian y trabajan en tecnología no tengan que asimilarse a un mundo masculino para ser aceptadas». En 2016, junto a su equipo de cátedra realizaron investigaciones sobre mujeres en empresas tecnológicas en tres países (Argentina, Costa Rica y Colombia) y lo que vieron es que las mujeres deben desenvolverse en un ámbito «donde hay reglas, normas, secretos y vinculaciones entre los varones. Además, muchas veces la manera en que está organizado el trabajo es aceptada solo por los varones: los tiempos, los horarios extensos y las demandas». Como consecuencia, señaló que las mujeres tienen tres alternativas: «Refugiarse en un mundo pequeño de mujeres, asimilarse a la cultura masculina, y la otra opción es irse».


Diversidad e inclusión en tecnología

Como me dijo Caro Hadad, a quien entrevisté para este correo, «más historias, más miradas, más enfoques enriquecen siempre la forma de encarar los problemas, así como también traen a la mesa nuevos problemas para resolver». En este último apartado, dejo algunos ejemplos donde eso se hace evidente:

👉 Sesgos raciales: Las tecnologías de Reconocimiento Facial tienen serios sesgos para identificar a personas negras o asiáticas, aunque algunos, como Google, están empezando a mejorar la calidad de sus datos de entrenamiento y comienzan a reconocer rostros de personas negras incluso en habitaciones oscuras.

👉 Inteligencia Artificial y discapacidad: Hace unos meses, Chequeado presentó una investigación realizada por Tomás Balmaceda, que da cuenta de cómo algunas «soluciones», en lugar de ayudar a la inclusión, profundizan las diferencias en el acceso. Es el caso de los asistentes de voz que no reconocen a una persona que vive con síndrome de Down o las aplicaciones de delivery que no pueden ser utilizadas por una persona con discapacidad visual.

👉 El conocimiento colectivo de las mujeres: La baja participación de mujeres en ámbitos vínculados con la tecnología también tiene efectos en la gran enciclopedia de internet: sí, en Wikipedia, a pesar de que el 60% del Directorio de Wikimedia Foundation son mujeres -incluyendo a la CEO-, todavía el porcentaje de mujeres editoras en muy menor: solo una de cada 10. Esto, a su vez, puede repercutir en sus contenidos ya que, según la asociación Women in Red, menos del 20% de las biografías en Wikipedia en inglés son de mujeres. Además, los artículos sobre cuestiones de género o disidencias suelen encontrar bastantes resistencias en su comunidad.

👉 Diversidades y tecnología: En este sentido, es necesario destacar el trabajo que realizan desde la organización Transistemas, en la que entienden a la educación como una de las claves para alcanzar una inclusión laboral formal y es por eso que desde su fundación decidieron ofrecer cursos gratuitos de programación, soporte técnico, administración de servidores, testing, experiencia de usuarix (UX), y mercadotecnia, con prioridad para personas trans.


🎬 La vida de Ada Lovelace, la primera programadora de la historia (1815-1852)

Augusta Ada Byron, condesa de Lovelace, fue una matemática, informática y escritora británica, reconocida como la primera programadora de computadoras de la historia -considerada casi universalmente la fundadora de la ciencia informática- gracias a su trabajo acerca de la calculadora de uso general de Charles Babbage en el que se encuentra lo que se considera hoy el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. La máquina construida por ella definió el uso de tarjetas perforadas para programar.

👩🏻‍💻 Otras mujeres de la historia de la programación y la tecnología:

Margaret Hamilton. (1936-) Científica computacional, matemática e Ingeniera en Sistemas, creadora del software que hizo posible el primer alunizaje, a cargo del Apollo 11, que funcionaba en forma asincrónica. También creó el término «ingeniería de software».

Grace Hopper. (1906-1992) Desarrolló el primer lenguaje informático que utilizaba palabras en lugar de números, precursora del lenguaje COBOL, y por trabajar en la primera computadora electromecánica Mark I.

Las mujeres de ENIAC: Frances Bilas Spence (1922-2012), Betty Snyder Holberton (1917-2001), Ruth Lichterman Teitelbaum (1924-1986), Marlyn Wescoff Meltzer (1922-2008), Kathleen McNulty Mauchly Antonelli (1921-2006) y Jean Jennings Bartik (1924-2011). El grupo de seis mujeres creadoras del código informático para la primera computadora programable y totalmente eléctrica del mundo.

Joan Clarke. (1917-1996) Descifradora de códigos de Bletchley Park y parte del equipo de Alan Turing que muchos creen responsable de acortar por lo menos dos años la Segunda Guerra Mundial, por haber descifrado el código enigma usado por el ejército nazi.

Corina Eloísa Ratto. (1912-1981) Matemática argentina, militante de los DD.HH y los derechos de la mujer.

Rebeca Cherep de Guber. (1926-2020) Doctora en Matemáticas, docente Universitaria y pionera en el desarrollo de la informática en Argentina.

Liana Lew. (1942-) Computadora Científica y programadora pionera argentina. La encontrás en Twitter.

Norma Lijtmaer. (1937-2004) Pionera de la Computación Argentina, investigadora y docente destacada en Italia y una de las impulsoras de la creación de la Escuela Superior Latinoamericana de Informática (ESLAI).

Ida Holz. (1935-) Ingeniera en Sistemas, profesora e investigadora uruguaya, pionera en el campo de la computación y de Internet. Es considerada “La Madre de la Internet”.

Victoria Raquel Bajar Simsolo. (1942-2016) Doctora en Ciencias, docente universitaria y primera mujer graduada de la carrera de Computador Científico en Argentina.

Cecilia Tuwjasz de Berdichevsky. (1925-2010) Licenciada en Matematica, Contadora, programadora, docente universitaria y pionera en la informática argentina y el uso de Clementina.

4 preguntas a Caro Hadad



Caro es programadora y co-fundadora de Chicas en Tecnología, una organización de la sociedad civil sin fines de lucro de Argentina que, desde 2015, busca reducir la brecha de género en el desarrollo de tecnologías en la región a través de la capacitación y la educación desde la adolescencia para que más chicas y mujeres elijan carreras de CTIM (Ciencia, Tecnología, Informática y Matemática). Además, es co-autora del proyecto Científicas de Acá, junto a Vale Edelsztein, Juli Elffman y Juli Alcain, a través del que buscan visibilizar a las mujeres que hacen ciencia en Argentina y el pasado 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, presentaron el libro en el que cuentan historias de científicas de laboratorio y de territorio, de todas las regiones y épocas.

¿Cómo surgió el proyecto «Científicas de acá» y con qué se encontraron hasta ahora?

El proyecto empezó con preguntas: ¿Cuántas personas dedicadas a la ciencia podés nombrar? ¿Cuántas personas argentinas? ¿Cuántas mujeres? ¿Cuántas mujeres argentinas? En septiembre de 2020 hicimos una encuesta en redes sociales, que contestaron más de mil personas, que nos permitió confirmar lo que intuíamos: ¡Sabemos poco de las Científicas de Acá y queremos saber más! Por eso empezamos este proyecto que busca reconocer el trabajo de las mujeres que hicieron y hacen ciencia en Argentina. A lo largo de pocos meses, logramos formar una comunidad de más de 10 mil personas interesadas en la temática que participan visibilizando científicas argentinas en redes sociales. ¡Y acabamos de lanzar la preventa de nuestro primer libro!

Cuando se dice «científicas» suele pensarse en las ciencias exactas. ¿En qué ciencias pensaron para su proyecto? ¿Qué científicas comenzaron a aparecer?

En el libro y en redes sociales contamos historias de científicas sociales, psicólogas, arquitectas, matemáticas, químicas, biólogas y mucho más. Quisimos mostrar que hacer ciencia no es solamente trabajar en un laboratorio mezclando tubos de ensayos con líquidos coloreados. Contamos historias de trabajo con la comunidad, de exploración en lugares recónditos e investigaciones que nacen desde la vivencia propia; científicas que proponen teorías y científicas que las corroboran empíricamente. También elegimos hablar de personas que dejaron su carrera científica o que la comenzaron luego de dedicarse a otras tareas. En nuestro blog y en redes sociales estamos abriendo todas las historias.

¿Cuál dirías que es la situación de las mujeres de la ciencia en la actualidad en cuanto a posibilidades para interesarse por las ciencias, su inserción laboral y posibilidades de ascenso y visibilidad?

En Argentina, la mitad de las personas que investigan en ciencia y tecnología somos mujeres. Sin embargo, hay barreras concretas que hacen que pasemos de ser un 60% de les becaries (el nivel inicial) a solo el 25% de les investigadores superiores. Este fenómeno se conoce como “efecto tijera” por la forma de la curva del grafico que muestra cómo disminuye la proporción de mujeres cuanto más alta es la jerarquía. En este hilo lo explicamos usando datos de CONICET. Lo mismo se da en los cargos de gestión jerárquicos de universidades y autoridades de organismos de ciencia y tecnología. Para mí es un importantísimo paso adelante que la presidenta del CONICET sea Ana Franchi, pero aún falta camino por recorrer.

En cuanto a visibilidad de las historias, voy con un caso paradigmático: ¿A cuántas mujeres conocemos en nuestras disciplinas? Yo me dedico al área de tecnología, donde fuimos pioneras en Argentina y en el mundo. Además, trabajo en temas de género hace años y recién hace relativamente poco empecé a conocer las historias de las pioneras de mi propia disciplina. Esto tiene que cambiar y por eso empezamos este proyecto.



¿De qué manera impacta la diversidad (de género, geográfica, étnica, socioeconómica, etc) en las ciencias? ¿Cómo influye la participación de personas y comunidades diversas en las investigaciones científicas?

Nosotras entendemos el feminismo desde una mirada interseccional y por eso buscamos explícitamente que hubiera mujeres trans, personas no binarias y personas racializadas en las historias que contamos. Para nosotras hubiera sido hipócrita, siendo un proyecto que trabaja en diversidad, tener por ejemplo todas mujeres cis blancas de Buenos Aires. En nuestro libro hay personas que trabajan desde Jujuy hasta la Antártida y de todos los momentos históricos: los relatos de este libro abarcan más de 160 años de historia argentina.

Buscamos mucho para poder tener representación de estas comunidades, contextos y realidades en el libro pero, aún así, sabemos que es poco y que eso responde a una exclusión sistémica: estudiar en la universidad es un privilegio, y dedicarse a la ciencia también. No es casualidad que ciertos colectivos estén poco representados en este libro: las personas que integran estas comunidades muchas veces no acceden a ciertos espacios, son excluidas de ellos o no tienen visibilidad. Nos hubiera gustado que el libro tuviera mucha más diversidad, nos duele que la mayoría de las historias sean de personas blancas de Buenos Aires, pero nos parece que eso, también, evidencia la realidad en que vivimos. Este es nuestro aporte para ayudar a hacer más visibles estas historias.

Como siempre decimos, a la visibilización de las científicas de acá la hacemos entre todes. En redes sociales (por ejemplo, en los #MartesDeCientíficas) conocimos a muchas otras científicas que se dedican a un montón de áreas de estudio diferentes. Tenemos un listado abierto y colaborativo en nuestra web de Científicas de Acá que nos inspiran.

Por último, sobre la pregunta del impacto: más historias, más miradas y más enfoques enriquecen siempre la forma de encarar los problemas, así como también trae a la mesa nuevos problemas para resolver. Si pensamos en una ciencia y en una tecnología situadas y al servicio de la sociedad, esto es fundamental.

🔥 Bonus track

  1. «Cómo usan las mujeres argentinas su celular»(*), informe por Chicas en Tecnología para conocer cómo son los usos y percepciones de las mujeres con foco en dispositivos móviles. Acá podés leer el informe completo o el resumen informativo.

    (*) A pesar de que el título del informe se refiere a «mujeres argentinas», la muestra está conformada por un un 73,3% de mujeres de Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires y sólo el 26,7% de las mujeres de la encuesta son de otras provincias argentinas.
  2. «Inteligencia artificial y diversidad», el caso de los sesgos en los algoritmos de los sistemas de reconocimiento facial (programa de La Liga de la Ciencia, columna a cargo de Consuelo López).
  3. ¿Por qué necesitamos datos con perspectiva de género? Lo explica el Observatorio de Datos con Perspectiva de Género.
  4. Estas son sólo algunas de las organizaciones o proyectos que buscan reducir la brecha de género en tecnología y de visibilizar el trabajo de mujeres en diversas áreas científico-tecnológicas:

Si formás parte o conocés otras organizaciones o proyectos, escribime.

📚 Para leer

Rebelión en el laboratorio. Vidas de mujeres científicas, por Nora Bär (Editorial Planeta, 2019).
Científicas de Acá, por Caro Hadad, Julieta Elffman, Vale Edelsztein y Juli Alcain. Historias disponibles acá.

Espero te haya resultado interesante este correo. Cualquier información, comentario o sugerencia que tengas, escribime. A mí también me gustaría recibir un mensaje tuyo.

¡Que tengas un lindo marzo!
Gracias por estar ahí.

Carolina

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