¡¿Puedo reparar esto?! 🔨

Por: Carolina Martínez Elebi

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News #12 | Agosto 2021

En el correo de abril, en el que me referí al impacto ambiental de la tecnología, mencioné el movimiento de personas y organizaciones que luchan por el derecho a reparar. ¿A reparar? Sí, a reparar. A reparar aparatos tecnológicos de todo tipo, desde celulares hasta autos o tractores. Desde electrodomésticos hasta equipamiento médico. Lo que se te venga a la mente que tenga hardware y software. Todo lo que usamos se puede romper y, la gran mayoría de las veces, se rompe al menos una parte. Algunas se resuelven abriendo el aparato con destornilladores, y otras son líneas de código, un programa que falló, algo que se desconfiguró.

A pesar de que vivimos en una época en que se incentiva el consumo y, por ende, el descarte y la renovación permanente para «mover la economía», no son pocas las personas que todavía practican y promueven el arte de la reparación. Ya sean profesionales, como un taller mecánico, un local de servicio técnico de electrodomésticos y dispositivos electrónicos, o sean personas independientes que hacen honor al DIY (Do It Yourself – hacelo vos mismo/a). ¿A quién no le gusta reparar algo propio y volver a hacerlo funcionar? [en la foto, un juguete que arreglé hace poco]. Eso sí que es tener PODER.

Sin embargo, tal y como está diseñada la industria en la actualidad, esto es cada vez más difícil. Históricamente, cuando comprábamos un auto podíamos llevarlo a nuestro mecánico de confianza para repararlo, pero ahora, ante una falla o problema que tenga el vehículo, sólo podés llevarlo al servicio técnico de firmas autorizadas. Es decir que la empresa que te lo vendió ahora también domina el mercado de posventa. ¡Y ni se te ocurra tocarlo a vos!

El reclamo de este derecho se originó en el sector agrario de EEUU y todo comenzó cuando se fue complicando cada vez más la posibilidad que los granjeros tenían de reparar sus propios tractores y eso los llevó a enfrentarse al mayor proveedor de tractores del mundo: John Deere (ver recuadro).

Básicamente, se dieron cuenta de que al comprar un tractor lo que les pertenece es el vehículo, pero no el software y, por ejemplo, no tenían acceso al software de diagnóstico que podía indicarles cuál era el problema cuando algo fallaba. Y esto lo supieron cuando el equipo o los motores comenzaron a fallar.

Esto mismo pasa con cualquier dispositivo de Apple, por ejemplo, quienes son fuertes lobbistas contra el derecho a reparar. Sin embargo, uno de los fundadores de la compañía y muy reconocido en la industria de las Big Tech, Steve Wozniak, se pronunció a favor del derecho a reparar por todos los beneficios que tiene para el desarrollo de nuevas tecnologías y, claro, nuevos negocios y nuevos proveedores de este ecosistema. Tener derecho a reparar, dijo Woz (no, no me refiero al rapero argentino Wos), a romperlo y desmenuzarlo, es poder investigar cómo funciona un dispositivo. Esta es la definición de lo que se conoce como «ingeniería inversa». El derecho a reparar, entonces, es también el derecho a estudiar e investigar cómo algo funciona. Es el derecho a aprender.

Propiedad intelectual, monopolios y regulación

¿Cómo se desarrolla la posición dominante y cómo se gestan los monopolios en la industria de las grandes empresas de tecnología? Uno de los elementos fundamentales para la construcción de monopolios es el uso de la propiedad intelectual (PI), ya que el mecanismo de comercialización que ha ganado terreno en el campo del software es el del permiso de uso bajo determinadas condiciones muy limitadas y no la transferencia de la titularidad. Lo que se paga, entonces, es un permiso de uso, una licencia. Esto puede verse explícitamente en casos como el del nuevo Mercedes, que solo alcanzará su máximo radio de giro si se paga una cuota de 500 euros al año (!).

El sistema de propiedad intelectual que afecta al software (al sistema operativo y a los programas) de todos los aparatos y dispositivos que utilizamos ha generado una serie de problemas que desencadenan el reclamo por el derecho a reparar, ya que impacta en:

  • La consolidación de monopolios.
  • Afecta derechos de las y los consumidores.

¿Quiénes vienen dando pelea?

  • Las asociaciones de defensa del consumidor.
  • Los movimientos sociales antimonopolios.
  • Las personas que velan por el derecho a hacerlo uno/a mismo/a (a generar las propias tecnologías que necesitamos).

¿Qué pasa con la regulación?

El Reino Unido sancionó una ley que entró en efecto el 1 de julio de 2021, reconociendo el derecho a reparar. Por su parte, en Estados Unidos, el presidente Joe Biden emitió una orden ejecutiva ordenando promover la competencia. En la misma, se refiere a temas vinculados con empleo, salud y tecnología, entre otros, donde consagra el derecho a reparar para todas aquellas personas que utilizan tecnologías que tienen software en su interior.

A raíz de esta orden ejecutiva, hace apenas unas semanas se conoció la noticia de que la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) de ese país votó en forma unánime (5 a 0) para que se aplique en todo el país la apertura en el acceso a repuestos y reparación de dispositivos electrónicos para garantizar el derecho a reparar.

¿Qué pasa en Argentina?

En junio de este año, entró en el Senado, a través del senador Daniel Lovera, un proyecto de ley que implementa un sello de capacidad de reparación de productos electrónicos (exp. 1278/21).

El proyecto, breve, indica en su primer artículo que el objeto es la implementación de un sello informativo para las y los consumidores que indique la durabilidad o vida útil estimada del producto y la capacidad de reparación de los productos electrónicos que adquieran en el país. La finalidad de este sello es, por un lado, proteger los derechos de los/as consumidores/as y, por el otro, promover prácticas de consumo ambientalmente sostenibles.

El proyecto fue girado a las comisiones de Derechos y garantías y de Industria y comercio, pero hasta el momento no fue tratado.

🎬 De tractores y granjeros
(podés activar los subtítulos automáticos en español)

En este video entrevistan a algunos granjeros que explican algunos de todos los motivos por los que es fundamental que recuperen el derecho a reparar sus propias herramientas de trabajo. ¿Qué pasa si el tractor no arranca por un problema en el software (es decir, en alguna parte del código del programa que utiliza para funcionar)? Tienen que transportar un vehículo enorme y pesado varios kilómetros para llevarlo al único autorizado para revisarlo y repararlo, que es el mismo proveedor del tractor: John Deere. ¿Cuánto les puede costar transportar el tractor cada vez que se rompa? «Solo subirlo a un camión cuesta mil dólares», explica uno de los entrevistados.

La vanguardia del movimiento Right to Repair (Derecho a Reparar) está en Nebraska (EEUU) donde luchan contra las grandes empresas de tecnología para tener acceso al software de diagnóstico necesario para poder arreglar las maquinarias que usan para trabajar en el campo.

Tom Schwarz, granjero y dueño de una granja, explica que los primeros desarrollos se dieron en los motores, aproximadamente desde mediados de la década de 1980, que comenzaron a ver componentes computarizados. Una década más tarde básicamente todo el motor ya funcionaba con una computadora y así se llegó a la actualidad en que todas las funciones del tractor están a cargo de la computadora.

Otro de los problemas tiene que ver con las piezas del tractor. Aquellas partes físicas que, si se rompen, hay que reemplazarlas. Con los tractores clásicos, si eso pasaba -o si sigue pasando, ya que todavía tienen algunos de más de 40 o 50 años-, podían elegir comprar piezas usadas para ahorrar algo de dinero. Sin embargo, con los nuevos tractores no pueden hacer lo mismo, aunque consiguieran esas piezas usadas porque, así y todo, el tractor no funcionará con esas piezas.

Pero este problema no limita sólo a los propios granjeros, sino también a los talleres mecánicos independientes. Es el caso de Jeff Ludeke, que se encarga de reparar tractores de John Deere después de haber trabajado ahí durante 23 años. Ludeke explica que en los últimos años no puede reparar todas las situaciones que se le presentan porque no tiene la computadora Service Advisor de John Deere por lo que no puede conectarse al equipo y su trabajo se ve bastante restringido en cuanto a lo que sí puede hacer.

¿Qué están haciendo algunos para afrontar estos problemas? Usar software pirateado de Europa del Este. Uno de ellos es Kyle Schwarting, quien consiguió una versión pirateada del sistema de John Deere para poder arreglar sus propios tractores, lo que le resulta más económico que llevarlo a un taller de reparación.

En 2015, la Biblioteca del Congreso otorgó una exención a la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital (la Digital Millennium Copyright Act, conocida como DMCA) que hace que sea legal para los agricultores piratear sus tractores con el fin de repararlos. A pesar de esto, la modificación del software sigue estando en contra de los términos de servicio de John Deere que se actualizaron poco después del fallo.

La senadora por Nebraska, Lydia Brasch, había presentado la Ley de Reparación Justa (Legislature Bill 67 -LB67-) que le otorgaba a una persona la capacidad de comprar las herramientas de diagnóstico y llevarlas a algún local o de intentar reparar el equipo por cuenta propia. La senadora hace hincapie en que siempre las personas han tenido el derecho y lo que les hace falta es la capacidad, que sea algo posible de hacer, sin restricciones. Sin embargo, cuando en 2017 se llevó a cabo la sesión por el proyecto de ley, se presentaron representantes de Apple, Microsoft y AT&T. ¿Por qué? Porque esa ley afectaba la reparación de todos los dispositivos electrónicos, además de los tractores. También teléfonos inteligentes y computadoras. El proyecto de Ley de Reparación Justa quedó indefinidamente pospuesto en la Legislatura del Estado de Nebraska, desde el 18 de abril de 2018.

¿Qué dicen desde John Deere?

«Este problema complicado afecta a todos los fabricantes de equipos con software integrado en sus productos. Clientes, distribuidores y fabricantes deben trabajar juntos en el tema en lugar de invitar a la regulación gubernamental que podría agregar costos sin valor asociado.

Ken Golden, Director de Relaciones Públicas Globales. Deere & Company.»


Este escenario puede comenzar a cambiar a partir de la aprobación del «derecho a reparar» por parte de la Comisión Federal de Comercio (FTC) que se conoció hace apenas unos días y que es motivo de celebración para quienes vienen luchando por este derecho desde hace muchos años.

Derecho a reparar en salud

El derecho a arreglar los aparatos que son nuestros y los problemas de la propiedad intelectual (PI) del software de los mismos, afectan también a los insumos médicos. A raíz de la pandemia de COVID-19 este tema llegó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) impulsado por quienes reclaman que se suspendan los sistemas de la propiedad intelectual en ese organismo. ¿Para qué? Para los RESPIRADORES.

Una de las reivindicaciones del waiver de propiedad intelectual en la OMC es precisamente el derecho a reparar las tecnologías que utilizan los respiradores que, al igual que casi toda la tecnología disponible en la actualidad, utilizan software. Durante la última semana de julio se realizó también una campaña en las redes sociales, principalmente en Twitter, bajo el lema #NoCovidMonopolies, para hacer oír el reclamo ante los Estados Miembros de la OMC que se reunieron los días 27 y 28 para volver a discutir este reclamo que se viene haciendo desde hace diez meses, cuando India y Sudáfrica presentaron la propuesta en octubre de 2020. A la fecha, se cuenta con 63 gobiernos copatrocinadores y el apoyo de más de 100 países de África, Asia y América Latina.

¿Qué se pide?

Una exención de propiedad intelectual sobre los elementos indispensables para salvar vidas en el marco de la pandemia de COVID-19. Patentes sobre medicamentos, métodos de diagnóstico y vacunas, y también sobre el copyright del software para los respiradores.

Sin el derecho a reparar y sin la suspensión de los sistemas de la PI, se depende del proveedor para poder volver a ponerlo en funcionamiento. La flexibilidad sobre estos sistemas permitiría reparar más rápido (y, en muchos casos, a menor costo) los respiradores que se rompan.

En la última reunión los miembros de la Organización Mundial del Comercio no han llegado a un acuerdo respecto a esta propuesta. La Unión Europea, Japón y Corea del Sur son los oponentes más importantes. La discusión quedará interrumpida hasta la segunda semana de septiembre, cuando finalicen las vacaciones de verano en Europa.

🔥 Bonus track

  1. Club de Reparadores.
    Club de Reparadores es un movimiento que desde 2015 organiza eventos itinerantes de reparación colectiva con el objetivo de disminuir la basura y promover un consumo más responsable y sustentable. Es un espacio para aprender y enseñar a reparar del que pueden participar niñxs, jóvenes, adultxs y así fortalecer lazos comunitarios. Podés ver más acá.
  1. Guía de reparación.
    En esta guía podés encontrar a alguien que te pueda reparar eso que se te rompió o, si sos reparador/a, podés registrarte para que puedan encontrarte. El proyecto es impulsado por la Asociación Civil Artículo 41 y el Club de Reparadores.
  1. Día de las Infancias y DIY.
    En sintonía con el arte de reparar, para el Día de las Infancias te comparto algunas ideas de juguetes que se pueden hacer con materiales reciclados y que pueden hacer que el mismo proceso de hacer los juguetes sea un juego en sí mismo.

📚 Para leer

¿Se puede ser hacker en la escuela? Sobre la cultura del hacer. Por Valentín Muro. Disponible online acá.

Espero te haya resultado interesante este correo. Cualquier comentario o sugerencia que tengas, escribime🙂

¡Que tengas un lindo agosto!
Gracias por estar ahí.

Carolina

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